© Author Leonid Kaganov El original se encuentra aquí "Requiem"
© Traducido al español por Gabriel Sala
R É Q U I E M
Está muerta. No sé como escribirlo, no puedo escribirlo. Intento dividir el Universo por cero, dividirme por cero, dividir por cero a esta ciudad, a este otoño - la mente me da error, como una calculadora barata. Está muerta. Es imposible comprenderlo. Me enseñaron en la escuela que no se puede dividir por cero, pero no me acuerdo porqué. Quizás porque el resultado será infinito. El infinito no me entra en la mente, desde chico intente imaginarme el infinito del espacio, pero no pude. Con los años acepté que es así. Simplemente acepté que el espacio es infinito porque no tenía nada mas en que creer. El Hombre se acostumbra a lo que no puede imaginar.
Está muerta. Código Morse eterno. Es-tá muerta. Está! Muer! Ta! Está-Muer-ta. Tres rayas, tres puntos, tres rayas. La señal de emergencia que baja un poco el volumen solo cuando duermo o me sumerjo en el trabajo.
Está muerta. Nos conocimos de casualidad y pronto descubrimos que no podría ser de otra forma: hace tiempo que paseábamos por las mismas calles y los amigos de nuestros amigos se conocían. Yo le ofrecí escuchar mi walkman y le di un auricular. Escuchábamos música y mirando a sus ojos, sabía que así nace el amor. Ella también me miraba, sintiendo lo mismo que yo. Me enamore a primera vista, pensando que una chica así no podría existir en la Tierra, debería ser un error de la naturaleza. Ella no me respondió enseguida y yo tuve que probar que soy el príncipe que ella estaba esperando, que soy especial, talentoso y alegre. Pero después no nos separamos hasta el Fin. Por todas las leyes de la lógica yo debería morir junto a ella pero por alguna razón sobreviví.
Está muerta. Nuestro amor fue tan único e ilimitado, tan increíble y autentico como todos los amores. Paseábamos por las calles tomados de la mano. Nos besábamos en las escaleras mecánicas quejándonos que son tan cortas y tan rápidas. Chateábamos por Internet porque los encuentros no eran suficientes. Nos escribíamos poesías - eran las mejores poesías del mundo. Buscábamos tréboles con cuatro pétalos y al encontrarlos pedíamos deseos. Se cumplían siempre.
Está muerta. No nos imaginábamos el uno sin el otro y la separación por una semana nos parecía eterna. Su corazón era débil y ella hubiese muerto de angustia si una vidente le hubiese predecido que dentro de pocos anos voy a vivir con otra mujer. Sé que me perdono. Tampoco me hubiese gustado que ella se quede sola después de mi muerte. Pero yo no me puedo perdonar.
Está muerta. Es sorprendente, pero nunca nos peleábamos. Como podíamos pelearnos si todos nuestros gustos y costumbres coincidían. Nos entendíamos en media palabra y los conocidos se mofaban cuando sin previo acuerdo les respondíamos igual a sus preguntas. Teníamos nuestros secretos, nuestros gestos y nuestro idioma. Por supuesto usábamos diminutivos
Está muerta. Tenía cabello largo y maravilloso. En las calles la paraban los peluqueros preguntando si no lo quería vender. Cuando su cabello se enredaba, pasábamos horas desenredándolo, temiendo dañar un solo cabello en su cabeza. Usaba jeans viejos y adornos de hippie. Recorrimos "a dedo" toda Europa. Tomamos cerveza en Praga y fumamos marihuana en Ámsterdam. Pasábamos las noches en nuestra pequeña carpa acariciándonos en la bolsa de dormir al lado de las banquinas de las rutas alemanas y vías francesas. Escuchábamos los gritos de las lechuzas en el bosque polaco y nos despertábamos del ruido del tractor en el campo de maíz en Austria. Creíamos que siempre va a ser así. Es imposible contar todo esto a la mujer con quien vivo ahora. Se va a sorprender como pudimos pasarla sin las comodidades básicas. Es una mujer buena, está contenta de estar casada con un periodista exitoso, aunque no se interesa por lo que hago. Lee revistas de moda y sueña manejar un auto importado y pasar el invierno en Caribe con algún hombre, por ejemplo conmigo.
Está muerta. Hasta el ultimo momento ella no sabía que estaba muriendo. No sé cuando pasó, ni donde está sepultada. Lo único que sé, la puta que los parió, es que la mujer con la cual vivo nunca podrá reemplazarla. A pesar de su cara parecida, mismo nombre y mismo numero del documento.
9'.09.2000, Moscow